Arte, historia y ciencia se dan la mano cuando hablamos de
papiroflexia —conocida en el resto del mundo como origami—. La genialidad de
crear sorprendentes figuras a partir de una sola hoja de papel no es un mero
pasatiempo, no sólo otra forma de entretenerse. Lejos de esas pajaritas y
barcos de papel al alcance de cualquier niño, el origami es mucho más. Uno
observa un insecto palo hecho de celulosa, lo mira por arriba y por abajo, por
los costados, mira sus antenas y alas, y concluye atónito que ese bicho no
puede salir de una simple lámina de papel. Pero así es. La perplejidad es la
tónica de todo aquel que descubre estas reproducciones y no deja de preguntarse
cómo y quién es capaz de hacer tales obras de destreza manual.
Así, bajo la máxima de «no cortar, no pegar, sólo plegar»,
el uso de la papiroflexia mejora la actividad cerebral y ayuda a comprender las
matemáticas. «Como los modelos han de ser reproducibles utiliza técnicas
puramente geométricas», afirma Sirgo. Diagonales, mediatrices, ángulos,
áreas... Conceptos que se utilizan una y otra vez en el pliegue de cualquier
figura. Leer más >>